Somnofilia

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¿Qué ocurre cuando tenemos una fobia sexual? ¿Por qué se producen? ¡Bienvenidos Sexploradores! La semana pasada nos habíamos quedado en las parafilias sexuales. Como curiosidad os diré que en "Los 120 días de Sodoma" escrito por el marqués de Sade (del que os hablaré más extensamente en próximos programas) es el primer y más completo tratado de parafilias, en él se describen más de 600 tipos de prácticas sexuales atípicas. En esa extensa lista se observa la cantidad de parafilias que se pueden definir, realmente podrían ser infinitas como la propia fantasía. Os daré algunos ejemplos a ver si os suenan o no. Acucullofilia: Excitación sexual por los penes circuncidados. (Debe de estar muy extendida en Israel). Axilismo: Practica del coito dentro de la axila de la pareja. (Cada quien se frota contra lo que le gusta, oiga). Dendrofilia: Excitación al frotarse contra los árboles. (Hay quien vive en ellos, hay quien los abraza y a quien se frota contra ellos, y si no que se lo pregunten al oso Baloo que en el "Libro de la Selva" hace una muy buena muestra de esta actividad. Para aquellos que no os acordéis os recomiendo que volváis a verla, os garantizo que nada volverá a ser igual. Hipnofilia: Excitación al contemplar personas dormidas. (Otra que se puede ejemplificar claramente en otra peli de Disney. Nuestro querido príncipe azul es un claro ejemplo de ello, que si no fuese por esta parafilia la Bella Durmiente seguiría sobando). Somnofilia: Acariciar y realizar sexo oral a una persona dormida hasta despertarla. (Esto es lo que se llama empezar el día con alegría. No me digáis que no es mucho mejor que el All Bran) Os he puesto unas muy complicadillas, en realidad las más habituales son el fetichismo, travestismo, voyeurismo, exhibicionismo, frotteurismo, sadismo y masoquismo. Suelen ser mucho más frecuentes en los hombres que en las mujeres, seguramente debido a condicionamientos sociales. Tal vez algunas parafilias nos parezcan aberrantes y asquerosas, pero mientras no vayan en contra de la voluntad de otro o en contra de personas indefensas son totalmente respetables. ¿Qué más da con qué se excite la gente? ¿Por qué tenemos que ver mal si a alguien le pone que le hagan cosquillas o se lo quiere montar con cojos o lo que sea? Recordemos cuando éramos niños y nos contaban que el acto sexual consistía en introducir el pene en la vagina, nos moríamos del asco pensando que era por ahí por donde se meaba. Y cuando nos decían que los besos se daban metiendo la lengua dentro de la boca del otro, casi vomitábamos sólo de pensarlo. Todo esto nos parecía repugnante y ¿qué opinamos ahora? No debemos ser intransigentes con los gustos de los otros simplemente porque no sean los mismos que los nuestros. Y la otra cara de la moneda son las fobias, ¿y qué son las fobias? Son miedos irracionales y excesivos ante un ataque o situación irreal. El problema es que nos crean ansiedad y angustia porque nos hacen estar siempre alerta y a la defensiva. Las fobias las hay de muchos tipos, pueden ser hacia cualquier cosa, como a los espacios cerrados, abiertos, a las alturas, al agua, al fuego... y también hay fobias sociales y sexuales. Cuando tenemos un rechazo o repugnancia hacia el sexo debido a un miedo irracional hablaríamos de aversión sexual. Este temor desmesurado nos impide tener sensaciones eróticas y relaciones sexuales. A veces se producen aversiones a ciertas partes de la anatomía como los genitales o a la penetración, al dolor en las relaciones sexuales, a la desnudez, a los besos con lengua, a los flujos corporales, al sexo oral, al embarazo y a cualquier otra cosa de índole sexual. El miedo al dolor de ser penetrada es frecuente sobre todo en mujeres vírgenes, pero han de saber que no tiene por qué ser dolorosa la «primera vez» y si sienten muchas molestias es mejor parar e ir probando poco a poco y en varias veces sin tener que sentirse obligadas a hacerlo de golpe en un día determinado porque así lo han acordado. Recordad que nadie debe sufrir en una relación sexual, es un acto que debe ser placentero. Muchas veces el hecho de pensar en que va a doler la penetración puede hacer que se anticipe el dolor con sólo el acercamiento del pene a la vulva, pero realmente todavía no se está sintiendo. Es como cuando en el médico se chilla antes de que nos hayan pinchado con la aguja. En otras ocasiones el dolor a la penetración es debido a infecciones vaginales y se debe acudir a la ginecóloga o ginecólogo. También es común sentir cierta repulsión al semen o al pene, el miedo a contraer ETS o sentirse humillada e insultada por realizar las prácticas sexuales que se antojen. Este tipo de aversiones suelen ser más habituales en jóvenes y normalmente con el tiempo desaparecen; al irse conociendo más, al haber más comunicación, confianza e intimidad, se van pasando. En cuanto a las aversiones sexuales permanentes en el tiempo, al cabo de muchos años se convierten en un problema para el desarrollo normal de la persona y es posible que se necesite terapia para poder volver a disfrutar de la sexualidad. Las posibles soluciones que aportan las sexólogas y sexólogos es empezar por el conocimiento de uno mismo mediante el autoerotismo; con la masturbación y las caricias corporales se aprenderá poco a poco de las sensaciones que vayamos experimentando. Hay que romper esa idea de que todo lo carnal, lo que tiene que ver con el cuerpo es algo malo malísimo y aprender a disfrutar de todos nuestros sentidos, incluido el tacto. Sentir que nuestro cuerpo nos reporta sensaciones agradables y olvidarnos de nuestros michelines o complejos corporales estúpidos, que sólo sirven para no permitirnos el goce que puede darnos todo nuestro cuerpo, tenga éste la forma que tenga. No debemos desaprovechar ninguna zona del cuerpo, ni vetarla porque no nos guste, hay que mimarla y sentir el placer que da con el simple roce. Os dejo por hoy, podéis dejarme todas vuestras dudas en los comentarios de aquí abajo. Un beso y sed felices sin miedos.