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Maestras de la Segunda República

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Las maestras republicanas simbolizan el proyecto de transformación social y cultural de la Segunda República.[1]
—Elena Sánchez de Madariaga

Las maestras de la Segunda República española conforman un ‘«corpus»’ laboral con valor socio-histórico,[2][3]​ desarrollado en España entre 1931 y 1936.[4][5]​ Distintos analistas han diferenciado cuatro periodos para su estudio: «eclosión, expansión, destrucción y recuperación».[6]​ Los dos primeros transcurren entre los años de gestión de la República, respaldados por el proceso de reorganización del Consejo de Instrucción Pública y el diseño pedagógico de Lorenzo Luzuriaga.[7][8]​ El conflicto Iglesia-Estado, provocado en 1933 con la aprobación de la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas,[a][9]​ marcaría las coordenadas y consignas para la posterior depuración del colectivo de maestros y maestras. Se ha estudiado y señalado la implicación de los gestores de la educación exclusivamente católica en el rechazo corporativo de la educación laica, mixta y gratuita, propuesta por la República.[10][11][8]​ Este enfrentamiento desencadenó la persecución y destrucción del colectivo culminada de forma oficial con la llamada depuración franquista del magisterio español,[2]​ organizado y ejecutado por el gobierno de Franco y la Iglesia Española en los años que siguieron a la Guerra Civil.[b][2][12][5]

Casi medio siglo después, el colectivo de maestras republicanas fue recuperado de forma simbólica en el marco de la democracia española, como capítulo singular en el estudio y revisión de la memoria histórica,[13][14]​ entendida como «esfuerzo consciente de los grupos humanos por recuperar su pasado, sea éste real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto», y siguiendo la filosofía del historiador Pierre Nora.[c][15][16][13]

Escuela de José Sánchez Rosa, maestro racionalista andaluz seguidor del modelo propugnado por Francisco Ferrer Guardia. Imagen tomada en la Sevilla de 1936, poco antes de la rebelión militar, autoproclamada con el nombre de ‘Alzamiento Nacional’.

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  • 25-10-2013. Serie. Investigar la Educación. Escuela en la II República.
  • La reforma escolar durante la Segunda República Española
  • Proyección del documental "Las maestras de la República" y coloquio
  • La II República
  • Las misiones pedagógicas de la II Republica Española

Transcription

Historia

Periodo emergente (1931-1932)

Una maestra y su clase en la localidad de El Saucejo, hacia 1931.[17]
En esa época era la carrera más simple para las mujeres.[18]
Benita Gil (2014)

En abril de 1931,[10]​ el recién estrenado gobierno republicano se planteó como uno de los objetivos primordiales la creación de 27.000 escuelas,[19][20]​ proyecto que por diversas causas, económicas, políticas, sociales y religiosas, se quedaría en 16.000 escuelas.[21]

La punta de lanza del primer gobierno de la República fue el Plan Profesional de Magisterio, obra del ministro de Instrucción Pública Marcelino Domingo, orientado a la formación y mejora del estatus de los maestros (y considerado aún por «muchos historiadores de la educación como el mejor plan formativo que ha tenido España»).[18]​ Dicho plan, compuesto por tres años de teoría y un cuarto de «prácticas remuneradas», equiparó los estudios de magisterio con los universitarios. El salario del profesorado, menor hasta entonces que el de un obrero fabril, aumentó a 4.000 pesetas anuales, como el resto del funcionariado del Estado.[18]

En lo que se refiere a las maestras republicanas, una de ellas, Benita Gil, exiliada en Francia y Checoslovaquia entre 1939 y 1980, al recibir en Praga la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica al mérito civil,[22]​ explicaba a sus 101 años: “Las mujeres cobrábamos lo mismo que los hombres y estábamos igual de bien consideradas. En general, los maestros eran muy valorados en los pueblos, excepto si alguno era una calamidad”.[d]​ Benita enseñaba a sus alumnas a leer, escribir, cálculo mental, geografía, historia, música, aunque no religión. Carecían de libros o cuadernos gratuitos, pero “cada clase contaba con una pequeña asignación para el material más simple y adquirir algún libro de lectura”.[18][22]

Periodo de desarrollo (1933-1936)

Las elecciones de 1933 seccionaron la base de la República y sentenciaron el futuro de las maestras republicanas.[8]​ Paradójicamente,[23]​ la participación masiva de la mujer como votante, dio el poder a la confederación de derecha tradicionalista CEDA,[24]​ liderada por Gil Robles que suspendió la financiación a la educación estatal y paralizó el proceso de «descontaminación religiosa» emprendido por los herederos del institucionismo krausista. La CEDA,[25]​ minuciosa y sistemáticamente, cerró la puerta al aperturismo pedagógico de signo europeo, aunque concedió a priori –y salvado el aparato de educación de las instituciones católicas– el premio de un buen plan de bachillerato y una comisión para la reforma técnica de la escuela. Pero ni siquiera eso pudo fructificar en beneficio de la educación porque se agudizó el constante cambio de ministros de Instrucción –hasta dieciséis ministros durante la República–, que haría imposible realizar objetivos a medio plazo.[8]

Guerra Civil (1936-1939)

Maestra rural hacia 1936.[26]

La llegada al poder en febrero de 1936 del Frente Popular,[e][27][28]​ no fue más que un efímero ‘golpe de mano’ en el contexto de la educación progresista y laica. Ese ‘canto del cisne’ –y los violentos excesos que generó en algunos ámbitos– «agudizarían la respuesta» de la rebelión militar y serviría como coartada en «el aparato propagandístico» de la represión, «clima de terror» que según el conjunto de estudiosos afectó de forma especial al colectivo de maestros y funcionarios de la Segunda República.[f][8][29]

Como punto de partida de dicha «caza de brujas»,[30]​ puede consultarse el Boletín Oficial del Estado número 27 de 11 de noviembre de 1936, página 153, donde aparece el texto del Decreto 66 que regula la depuración del personal docente.[31]

Depuración (1940-1945)

Ya en el siglo xxi, un estudio de José Pedro Marín García de Robles y Álvaro Moreno Egido para el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, describe así el proceso de ‘depuración’:[29]

«La labor de las revisiones recayó primero en la Oficina Técnico-Administrativa y, desde 1939, en la Comisión Superior Dictaminadora. Hasta 1942 en que se suprimió, fue esta Comisión quien resolvía tanto los expedientes de depuración como los recursos de revisión. Desde 1942 la labor recayó en el Juzgado Superior de Revisiones, creado expresamente para esta tarea. Éste permaneció hasta 1961, aunque las revisiones se prolongaron, por lo menos, hasta 1969. Morente Valero,[29]​ calculó que en el ACME se custodian las tres cuartas partes del total de expedientes de revisión que se abrieron. La cuantificación total es difícil debido a la dilatación del proceso en el tiempo y a la ausencia de publicación en los boletines de la mayoría de las resoluciones sobre revisión. Las revisiones podían ser a instancia de la parte afectada o de oficio. Las de oficio eran las menos habituales, y se abrían cuando se poseían nuevos elementos de juicio, denuncias de particulares y/o autoridades, o por influencia de los tribunales militares. Las revisiones a petición del interesado era lo más habitual, aunque no siempre se aceptaban estas demandas. Este proceso se caracterizó, en general, por una atenuación de las sanciones iniciales, debido a una mayor valoración de los escritos de descargo y los avales presentados, así como por una valoración más objetiva y crítica por parte de la CSD y el JSR. Esto no significaba que el proceso se diluyera, sino que se limitó la extrema arbitrariedad con la que solían actuar las comisiones depuradoras».

En total, los especialistas calculan que «se sancionó aproximadamente entre un 25% y un 30% de los docentes depurados.[g][32]​ Todo ello es una indudable muestra de la importancia que el magisterio iba a tener para el nuevo régimen como elemento fundamental para su consolidación».[h][33][34][29][5][35]​ Lógicamente, el modelo previsto por el nuevo gobierno tenía unos objetivos, si no antagónicos, muy diferentes.[36]

Las maestras del exilio

Aunque no existen cifras, un importante número de maestras presentes en el exilio republicano desde el primer momento,[37]​ realizarían una destacada y en muchos casos providencial labor de continuidad docente y apoyo moral en los campos de refugiados en Francia y más tarde en los países del exilio, en especial en México,[38][i]​ y en menor medida en Cuba, Chile, Argentina y Venezuela.[39]

Testimonios críticos

Quizá la reflexión o testimonio más importante relacionado con el tema y que engloba la materia de las maestras durante la Segunda República es el expresado por Amnistía Internacional en su manifiesto titulado Para pasar página, primero hay que leerla, dedicado al capítulo de la recuperación de la Memoria Histórica española.[40]

Testimonios literarios

Varios géneros literarios han recogido documentación y noticia sobre las maestras en el periodo republicano, con ejemplos pedagógicos profesionales como el Diario de una maestra (1961) de Dolores Medio, la visión de Elena Quiroga en Escribo tu nombre (1993 [1965]), o la Historia de una maestra (1990) de Josefina Aldecoa,[j]​ complementadas en el apartado de maestros con Primer destino (1989) de Salvador García Jiménez.[41]

Entre los ejemplos básicos puede destacarse Mi diario (1999 [1989]), donde la maestra republicana María Sánchez Arbós recoge los detalles de la pedagogía avanzada del momento.

30 de agosto de 1935: En cada clase colocaremos 54 cuadernos con plumas, lápices, gomas, tizas blancas y de colores. También dejaremos en cada una 54 libros de lectura. Para las clases mayores, la Antología de prosistas castellanos de Menéndez Pidal. Las clases intermedias tienen Flor de leyendas, El conde Lucanor, la Ilíada y la Odisea. En las clases primeras leerán los Cuentos de Andersen y de Grimm, y los más pequeños, "Muñecos" y "Medio Castilla". Está la escuela como nueva y con irresistible atractivo para habitarla y trabajar en ella gustosamente.
María Sánchez Arbós, Mi diario, 1989

Otro ejemplo interesante citado por Expeleta Aguilar es el del novelista gallego Eduardo Blanco Amor, y su recuerdo de la alfabetización a partir de los ideales educativos de la Primera República en «Xente ao lonxe» (1972), traducida como Aquella gente (1976).[k]

El personaje de la maestra de escuela tuvo ya sus precedentes en la obra galdosiana.[42]​ Así, en el episodio nacional La Primera República (1911), el escritor describe con su precisión y humor habituales a varias maestras del siglo xix destinadas a Cartagena para poner en funcionamiento una escuela innovadora. Los retratos de las primitivas sufragistas son descaradamente satíricos: Doña Gramática era “una matrona un tanto maciza, con aire de institutriz o profesora de casa grande” –e insiste Galdós– “insoportable la carcamurria pedantesca y el traqueteo gramatical de aquella buena señora”. Por su parte, Doña Caligrafía era “una señora delgaducha algo ajada y canosa, natural de Cartagena”.

Testimonios gráficos

Promoción de maestras de la Escuela Normal hacia 1925.

Distintas instituciones tanto oficiales como privadas, fundaciones, organizaciones sindicales y centros culturales de varia ideología, guardan abundante aunque disperso y poco catalogado material y documentación gráfica sobre la maestra en el ámbito general del periodo republicano.[43][44][45]

Aunque puede resultar injusto hacer una selección de nombres del tan extenso como incompleto listado de maestras de este periodo histórico, si podrían quizá destacarse, por su personalidad, los nombres de María Zambrano, Elena Soriano, Rosa Sensat i Vila, Julia Vigre, Alejandra Soler, Carme Serrallonga, Benita Asas, Concha Peña Pastor, Jimena Menéndez-Pidal, Gloria Giner de los Ríos García o Carmen Conde, entre muchas otras.[5]

Estadísticas incompletas

A pesar de la atención dedicada al tema en el último cuarto del siglo xx y primeras décadas del xxi,[34]​ no se han podido encontrar conclusiones estadísticas significativas sobre aspectos como la proporción de mujeres en los cuadros educativos durante la Segunda República, en relación con el número de maestros varones; ni la progresión –que sí parece claro que hubo– en la proporción creciente de mujeres maestras en el periodo republicano.[2]​ Tampoco existen cifras completas sobre el número de maestras expedientadas, juzgadas, condenadas, humilladas, asesinadas o exiliadas durante y al final de la guerra civil española.[46][32]

Solo un dato parece seguro: por decreto, ninguna maestra española conservó su puesto de trabajo en 1940.[6][8][5][21][47]​ Y en cualquier caso, «el balance de la depuración fue un éxito para los intereses que amparaba el franquismo, porque propició el control social necesario para sostenerse durante casi 40 años».[32]

Homenajes y reconocimientos

Además de una importante parcela de publicaciones relacionadas con el tema con clara intención de "admirativo tributo testimonial", pueden anotarse en el capítulo de reconocimientos:

  • Diversas calles y placas en distintas localidades españolas,[50]​ y eventuales actos de solidaridad o de homenaje, que compondrían una dilatada lista.[51]

Véase también

Notas

  1. Como explica y concluye el estudio de Pérez Galán:
    «La sustitución de la enseñanza impartida por las Órdenes Religiosas no se produjo en el segundo bienio, y, aunque tanto Marcelino Domingo como Francisco Barnés, en los meses del Frente Popular, dictaron circulares dirigidas a los inspectores a fin de que se aplicara la legislación que estaba vigente, la realidad sustancialmente no cambió. Y ello pese a que fue restablecida la Junta de sustitución de la enseñanza media y profesional (Decreto de 26 de marzo de 1936) que no tenía por objeto sólo la sustitución de la enseñanza impartida en estos niveles por las Órdenes Religiosas, sino que tenía por finalidad la de organizar y consolidar la enseñanza media de la República...(...)...El asunto de la sustitución de la enseñanza impartida por las Órdenes Religiosas fue uno de los motivos de división y conflicto. Así lo puso de manifiesto el debate habido en las Cortes, los días 3 y 4 de junio de 1936, en torno a la sustitución, en el que las posiciones de unos y otros se mostraron irreconciliables, anunciando la tragedia que se avecinaba.»
  2. La monografía de Fernández Soria y Agulló Díaz enumera los grupos, estamentos y grados de implicación en el magno proceso de ‘depuración’ tras el estudio de los expedientes:
    «Y, como hemos podido comprobar examinando sus expedientes de depuración, en el Magisterio actuaron además los muchos aparatos represivos existentes, ya de coerción (policía, tribunales de justicia, ejército, administración estatal...), ya ideológicos (culturales y educativos, de información, políticos y religiosos, etc.). La Guardia Civil, los mandos policiales y del Partido, las autoridades municipales y religiosas, el mismo pueblo..., son agentes represores que con sus acusaciones y denuncias están presentes en los procesos depurativos del Magisterio.» Y mencionan como ejemplo que en la documentación de las dos Comisiones (de depuración) que actuaron en la provincia de Valencia había representantes de la Iglesia, de la Asociación Católica de Padres de Familia, de FET y de las JONS y de la Inspección de Primera Enseñanza. Y los autores del informe concluyen que «...se calificó de "misión sagrada" la encomendada a las Comisiones depuradoras, en cuyo cometido se implica la Iglesia no sólo por el informe preceptivo del párroco sino también porque apoyaba de buen grado la purgación de las costumbres y de la enseñanza y la purificación de quienes infringieran su recta orientación.»
  3. Un análisis necesariamente objetivo y meticuloso de la documentación oficial de los procesos de depuración, y una selección seria de la revisión histórica de la labor de las maestras durante la Segunda República Española, permitiría concluir que, más allá de tópicos y manipulaciones de las diferentes ideologías o confesiones, las maestras republicanas ni fueron putas (‘liberadas’, «mujeres ‘públicas’ que ocuparon puestos reservados a los varones»), ni fueron rojas, como tampoco fueron corporativamente ateas ni feministas.
  4. Entre las anécdotas que Benita relata de su primer año como maestra, cuenta, en la entrevista publicada en La Vanguardia en 2014, que le regalaron un costurero de mimbre, “y siempre tuve que rechazar solomillos de cerdo de la matanza o huevos en primavera”.
  5. En esta ocasión con el voto de la mujer bastante más politizado, como han sugerido algunos investigadores. Ver ref: Paloma Seoane o Manuel Llusia.
  6. A este respecto, y en relación con las disposiciones legales emitidas por el gobierno de Franco pueden consultarse las órdenes ministeriales publicadas en el BOE entre el 13 de enero de 1940 y el 22 de noviembre de ese mismo año, enumeradas por Martí Ferrándiz (página 116). La documentación ha sugerido a algunos observadores la importancia de los intereses económicos de la Iglesia católica en España en el proceso de ‘depuración’.
  7. En el estudio de Sanchidrián Blanco, Grana Gil y Martín Zúñiga se explica que «Las acusaciones más reiteradas en los «Pliegos de cargo» emitidos por las «Comisiones de depuración» eran las de carácter político y, en especial, aquellas que relacionaban al profesorado con ideologías de izquierdas, no existiendo diferencias significativas en este aspecto entre profesoras y profesores. Analizados los 341 pliegos de cargos encontrados (306 profesores y 35 profesoras), el 52,49% de las acusaciones se referían a la pertenencia a partidos políticos de izquierdas (socialistas, comunistas, izquierda republicana, etc.) mientras que las restantes (pertenecer a la Institución Libre de Enseñanza, ser masón, afiliado a partidos nacionalistas, ostentar cargos políticos durante la República, no profesar la religión católica...) tuvieron escasa incidencia, salvo la de no presentarse al proceso de depuración (19,06% de los cargos) que directamente implicaba la separación definitiva del cuerpo con baja en el escalafón.»
  8. Aunque la asociación es claramente rocambolesca, la reflexión resultará inevitable: el nuevo gobierno, la que se afirmará luego como dictadura de Francisco Franco, no necesitaba un cuerpo docente ‘preparado en pedagogía aplicada’, sino una división al servicio del poder, puesto que «las Escuelas de la Nueva España han de ser continuación ideal de las trincheras de hoy; han de recoger su espíritu exaltado y juvenil y han de prolongar en el futuro de esta Guerra de ahora en la que combaten más que enemigos circunstanciales, poderes siempre vigilantes y permanentes como el Mal mismo.» (Citado por Martí Ferrándiz, 2002, página 108)
  9. "Las maestras republicanas de los colegios españoles en México, (1939-1949)" Pilar Domínguez Prats, en Las mujeres y la guerra civil española, 1991, ISBN 84-7799-047-6, págs. 330-339
  10. Josefina Aldecoa completa el dibujo histórico de la maestra exiliada en la novela continuadora de Historia de una maestra, Mujeres de negro (1994).
  11. También la literatura, ha dejado ejemplos de la 'antítesis' de las maestras republicanas, en narraciones sobre maestras falangistas como las recogidas en colecciones falangistas como La novela del sábado, según expone María Ángeles Naval a partir de novelitas como Mariquilla, barre y barre, de Cristóbal de Castro (11-nov-1939), o Héroes de otoño, de José Andrés Vázquez (9-dic-1939), mencionadas por Ezpeleta, tomando el dato de Naval (2000, págs. 161 y 164).

Referencias

  1. Madariaga y otros, 2012, p. 11.
  2. a b c d Fernández Soria, Juan Manuel; Agulló Díaz, María del Carmen (1999). «Depuración de maestras en el franquismo». Universidad de Valencia. ISSN 0213-2087. Consultado el 21 de febrero de 2017. 
  3. Ballarín, 2001, p. 100.
  4. Poveda Sanz, María (2013). «Mujeres y segunda enseñanza en Madrid (1931-1939): El personal docente femenino en los institutos de Bachillerato». Tesis. Universidad Complutense de Madrid. Archivado desde el original el 26 de diciembre de 2015. Consultado el 25 de febrero de 2017. 
  5. a b c d e Madariaga y otros, 2012.
  6. a b Pérez Galán, 1975.
  7. Bejarano, Mayte; Rodríguez, Javier (2013). «Redimensión de las ideas pedagógicas de Lorenzo Luzuriaga desde una visión educativa aplicada». revistas.ucm (Universidad Complutense). ISSN 1137-0734. Consultado el 21 de febrero de 2017. «Historia y Comunicación Social Vol. 18. Nº Esp. Dic. (2013) 489-501 ». 
  8. a b c d e f Molero Pintado, 1977.
  9. Pérez Galán, 1975, pp. 331-332.
  10. a b Lozano, 1980, p. 145-156.
  11. Samaniego, 1977.
  12. Gobierno de España (8 de septiembre de 2006). «Proyecto de ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura». Boletín Oficial de las Cortes Generales. Archivado desde el original el 10 de noviembre de 2011. Consultado el 24 de febrero de 2017. 
  13. a b (25 de marzo de 2016). «Ellas, las víctimas de la Guerra Civil». El Confidencial. Noticias de Cultura. Consultado el 21 de febrero de 2017. «"Me acusaron por todo; por ser maestra; por no estar bautizada; por haber ayudado a evacuar niños, por haberme presentado como enfermera voluntaria... Por todo y casi sin juicio... me condenaron a muerte". » 
  14. Martín Pallín, José Antonio; Escudero Alday, Rafael (eds.) (2008). Derecho y memoria histórica. Editorial Trotta. ISBN 978-84-8164-964-2. 
  15. Agulló Díaz, María del Carmen. «Maestras republicanas: ciudadanas, cultas, y libres». docpublicos.ccoo.es. Consultado el 21 de febrero de 2017. «Como “rojas” fueron sometidas a Tribunales de Guerra y condenadas a años de prisión (Luz Almanza, Magdalena Pons, Empar Navarro, Jacinta Aparicio...). Algunas fueron fusiladas (Inés Rodríguez Fernández), otras “paseadas” (Maximina Yáñez, Balbina Gayo, Cirila Ubaldina García Díez, Sofía Polo, Consuelo Rodríguez Baranda, Isabel Esteban…); otras, transterradas, tuvieron que exiliarse, desplazándose a países lejanos (Dolors Piera, Julia Álvarez Resano...)... » 
  16. Martínez de Pisón, Ignacio (18 de septiembre de 2005). «Historia de dos maestras». diario El País. Consultado el 21 de febrero de 2017. 
  17. «Una maestra y sus alumnas, en El Saucejo». diario El País. 17 de abril de 2006. Consultado el 16 de marzo de 2017. 
  18. a b c d Gutiérrez, Maite (25 de julio de 2014). «Las últimas maestras de la República». Diario La Vanguardia. Consultado el 22 de febrero de 2017. 
  19. Samaniego Boneu, 1977.
  20. Aunión, J.A. (17 de abril de 2006). «Algunas ideas para la reforma». elpais.com. Consultado el 21 de febrero de 2017. «Para combatir la ignorancia "no hay más que un medio: la escuela". "Crear escuelas, muchas escuelas. Sembrarlas a voleo. Cayeran donde cayeran, germinarían, que en todas partes habrían de encontrar tierra preparada para fructificar y vivir plenamente". "Hay que cuidar de ellas a lo largo de su existencia. Protegerlas. Velar por ellas para que progresen y se perfeccionen". » 
  21. a b Alba Tercedor, 1975.
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  23. Capel Martínez  , Rosa María (2007). «La Segunda República y el derecho electoral femenino». Estudios de derecho judicial (Ejemplar dedicado a "El principio de igualdad entre hombres y mujeres en la carrera judicial") (142): 139-164. ISSN 1137-3520. 
  24. Villa García, Roberto (2013). «Ningún elector sin movilizar, ningún voto sin conquistar». jstor.org (en es/en). Consultado el de marzo de 2017. 
  25. Ramírez Jiménez, 1969.
  26. Fuente de la imagen
  27. Seoane Amigo, Paloma (2012). «Participación electoral femenina en la victoria del Frente Popular y su contribución a la protesta social en la primavera del 36». revistas.uned. Consultado el 6 de marzo de 2017. 
  28. Llusia, Manuel. «El voto femenino en la II República». Página Abierta, 176-177, diciembre de 2006/enero de 2007. Consultado el 6 de marzo de 2017. 
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  30. Peyrot Marcos , Beatriz (7 de marzo de 2013). «Maestras de la II República». maestrasrepublicanas. Consultado el 17 de marzo de 2017. 
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  33. Martí Ferrándiz, 2002, p. 108.
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  36. Rabazas Romero , Teresa (2001). «Modelos sugeridos a las maestras en el franquismo». Bordón, Revista de Pedagogía (Madrid) 53 (3): 423-441. Consultado el 15 de marzo de 2017. «El principal objetivo era relacionar el cambio político y social con los modelos educativos femeninos ocasionados en España. Los resultados permiten concluir que existen dos modelos en la formación de las maestras: un modelo de enseñanza femenina para preservar la función predominante de la mujer, que la prepara para ser una profesional del hogar y de la familia, correspondiente al primer franquismo. En un segundo momento, comienza a percibirse un ligero interés por demandar una mayor igualdad para ambos sexos, y parece que existe una apertura a las posibilidades profesionales de las mujeres ya en la década de los sesenta. » 
  37. Madariaga y otros, 2012, pp. 184-235.
  38. Domínguez Prats, Pilar (2004). «Mujeres españolas exiliadas en México (1939-1950)». Tesis. Universidad Complutense. Consultado el 24 de febrero de 2017. 
  39. de la Guardia, Carmen (2012). «Maestras republicanas españolas en el exilio». dialnet.unirioja.es. Consultado el 24 de febrero de 2017. 
  40. Ezpeleta Aguilar , Fermín (2015). «Maestros y maestras en la narrativa de Posguerra y Democracia». Álabe (12). ISSN 2171-9624. Consultado el 22 de febrero de 2017. 
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  44. «Imagen, memoria e historia; el proyecto Nomes e Voces». Proxecto Nomes e Voces (en ga/es). Consultado el 25 de febrero de 2017. «Recogida de más de 2000 imágenes de época; más de 1000 imágenes relacionadas con la recuperación de la memoria; recuperación de negativos y filmaciones de época. Grabaciones en audio y video de más de 300 entrevistas; recuperación e incorporación de más de 50 entrevistas realizadas por otros investigadores con anterioridad al proyecto. » 
  45. Morente Valero, 1997, p. 162 y ss..
  46. Martí Ferrándiz, 2002.
  47. «Las maestras de la República». premiosgoya.com. Consultado el 21 de febrero de 2017. 
  48. Weinrichter, Antonio (14 de marzo de 2014). «Crítica de «Las maestras de la República»». hoycinema.abc.es. Archivado desde el original el 25 de febrero de 2017. Consultado el 21 de febrero de 2017. «Esta película de Pilar Pérez Solano afirma desde su primera imagen que es un documental del sindicato UGT. » 
  49. «El Gobierno de Navarra rinde homenaje a los docentes asesinados en el golpe militar de 1936». navarra.es. 10 de septiembre de 2016. Consultado el 22 de febrero de 2017. 
  50. Azcárate, J.M. (30 de marzo de 2008). «Hilda Farfante personificó el homenaje de Cangas de Narcea a los maestros olvidados». elcomercio.es. Consultado el 22 de febrero de 2017. 

Bibliografía

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  • Elena Sánchez de Madariaga (ed.), VV.AA. (2012). Las maestras de la República. Consuelo Flecha García, María del Carmen Agulló Díaz, Carmen María Sánchez Morillas, Carmen García Colmenares, Herminio Lafoz Rabaza, Sara Ramos, Olegario Negrín Fajardo, Carmen de la Guardia Herrero y María del Mar del Pozo Andrés. ISBN 978-84-8319-698-4. 

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