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La historia de Nastagio degli Onesti

De Wikipedia, la enciclopedia libre

La historia de Nastagio degli Onesti es una narración de Giovanni Boccaccio, conocida principalmente por un ciclo de cuatro cuadros del pintor italiano renacentista Sandro Botticelli. Las pinturas fueron ejecutadas en 1483, al temple sobre tabla.

Se creía que cada pintura de esta serie pictórica había sido parte de un cassone. Los cassoni matrimoniales eran arcones o baúles de lujo elaborados como regalo nupcial, que se decoraban en sus lados mayores con pinturas alegóricas, generalmente con un contenido moralizante que se consideraba apropiado para la joven pareja. La hipótesis actualmente más extendida apunta a que estas tablas son demasiado grandes para un arcón, y que en realidad eran spallieras: paneles decorativos que se encastraban en paredes forradas de madera (similares a las boiseries francesas). El único dato seguro es que fueron un encargo de Lorenzo el Magnífico (otras fuentes indican a Antonio Pucci, padre del novio) como regalo para Giannozzo Pucci con ocasión de su matrimonio con Lucrezia Bini, matrimonio celebrado en 1483. En el tercer y cuarto panel aparecen los escudos de armas de las dos familias.

Botticelli representó la historia, tomada de la octava novella de la Quinta Jornada del Decamerón de Boccaccio: «El infierno de los amantes crueles». Se trata de la historia de un joven de Rávena, Nastagio degli Onesti, rechazado por su amada. Ve en el bosque a una mujer perseguida por un jinete, quien la ataca y mata; inmediatamente, ella se levanta y vuelve a repetirse el castigo sin fin, debido a que se trata de fantasmas, una maldición, debido a que la joven perseguida no atendió a los requerimientos de su pretendiente y este se suicidó. Nastagio cree que tal aparición puede serle útil: hace que su desdeñosa amada la vea, con lo que consigue finalmente vencer su resistencia y llegar a un matrimonio feliz.

Las cuatro pinturas pertenecieron durante casi tres siglos a la familia Pucci, descendiente de la pareja que las recibió directamente de Botticelli. En el siglo XIX salieron a la venta y a principios del siglo siguiente pasaron por la colección alemana Spiridon. La colección privada del Palacio Pucci en Florencia recuperó la cuarta en 1960, mientras que las tres primeras pasaron al Museo del Prado de Madrid en 1941 mediante la donación de Francesc Cambó.

La autoría real de las pinturas ha sido muy debatida ya desde el siglo XIX. Parecía evidente, por desigualdades en el dibujo y en los tonos, que todas no habían sido realizadas por el mismo artista. Actualmente se cree que Botticelli realizó los cuatro diseños, y que fueron pintados por diversos ayudantes de su taller, como Bartolommeo da Giovanni, Jacopo dal Sellaio y Filippino Lippi. De todas formas, la calidad de algunas figuras apunta a que las pintó Botticelli, quien seguramente supervisó la realización del conjunto.

En los dos primeros paneles se narra la aparición fantasmal, en el tercero se describe el banquete que organiza Nastagio para sorprender a su novia, y en el último se muestra el banquete de bodas, final feliz de la pareja.

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Transcription

Es una historia del “Decamerón”, de Boccaccio. Yo no lo sabía cuando elegí el cuadro. No lo elegí por eso sino porque me había gustado siempre esa doncella comida por los dos perros, me había dejado siempre muy impactada. Se trata de una persona que se llama Nastagio degli Onesti que está muy enamorado de una persona de Rávena, donde viven, una mujer que no le hace ni caso, de más noble cuna que él, bellísima pero absolutamente indiferente a sus deseos. Él lo pasa fatal. Empieza a dilapidar la fortuna familiar intentando hacer buenas obras para conmoverla y también simplemente por pura desesperación. Sus amigos le convencen finalmente, de que se vaya de la ciudad, de que abandone la persecución a la chica. Le convencen relativamente, porque se irá a tres kilómetros de Rávena, a instalarse en un bosque. En esas tiendas se instala allí, cerca de la ciudad. Son unos cuadros de estructura medieval donde suceden varios tiempos en el mismo cuadro. Los tres hacen lo que ahora entenderíamos casi como viñetas de cómic, episodios o fotogramas de una película de cine. En cada uno de los cuadros también hay diferentes momentos, que ya en el Renacimiento empieza a dejarse de hacer, pero en el pre-Renacimiento, en el Gótico, se hace mucho. En ese primer momento, tenemos a Nastagio con sus amigos. Probablemente le están aconsejando, diciéndole: “te estás pasando, estás haciendo todo fatal”. En un momento dado, se va a pasear por el bosque, pensando en su amada. De repente aparece delante de él una escena fantasmagórica de un caballero airado que persigue con sus perros a una doncella, la persigue a muerte, la está cazando. Se queda absolutamente anonadado y en un primer momento e intenta defender a la doncella. Le dice al caballero que va persiguiendo a la chica, que no lo puede consentir. El caballero le dice: “escúchame, no tienes ni idea de lo que estás hablando. Lo que a mí me sucedió fue lo mismo que te está sucediendo a ti: una mujer bellísima, absolutamente cruel y altiva como la tuya, indiferente por completo a mis deseos, me dio de lado, no me hizo caso, y provocó con ello mi suicidio”. Como la amada no le quería, también Nastagio estaba al borde del suicidio. El caballero terminó diciéndole: “finalmente me suicidé y no solamente ella no se arrepintió sino que incluso se alegró de mi muerte. Ella murió poco después, y los dos fuimos condenados a las penas del infierno, que consisten en que, sistemáticamente, cada viernes en este bosque yo la persigo, le doy caza, la mato y le saco el corazón del cuerpo y se lo doy de comer a los perros”. Como los mitos griegos: una y otra vez la eterna tortura. Entonces Nastagio deja de defender a la chica y dice: “Ah, claro, como lo mío”. En la tercera escena, Nastagio, puesto que ya entiende que el caballero persiga a la chica y la mate, puesto que es su propia historia la que está viviendo, ¿no?. Decide aprovechar la coyuntura y montar un espectáculo que ya sería como la fantasmagoría para el público. Dice a sus amigos que dejará de “darles la paliza” con la chica amada siempre que consigan traerla, a sus damas y amigas, a toda la familia y amigos a un banquete que organizará en ese bosque. Organiza el espectáculo, lo dirige sabiendo perfectamente que el viernes va a aparecer la imagen, la escena del caballero cruel. De esta manera instrumental Nastagio consigue lo que quería porque dice Boccaccio en el “Decamerón” que la chica dice “ah, pues, ante esto, me caso” bueno ni siquiera dice “me caso”, dice “me entrego”. Él que es “muy buena persona” dice “bueno no, nos casamos”, voy a salvar tu honor, no hace falta que te entregues, nos casamos. Y no solamente eso, sino que al final acaba diciendo que las demás damas de Rávena ante esto a partir de entonces decidieron ser dóciles a las demandas de los hombres. No todas las figuras están pintadas por Botticelli en absoluto. Lo que sí que es de él en estos tres cuadros es el signo compositivo, por lo que dicen los expertos historiadores y la primera figura de él pensativo, cabizbajo, en el bosque. La figura de este Nastagio es de Botticelli, también lo es este caballo y también lo es sin duda la doncella mordida por los perros que es la figura por la que he escogido esta serie de cuadros. Para mi esta es una imagen absolutamente pregnante. Una imagen es pregnante cuando nos interpela de una manera muy fuerte emocionalmente, y por eso se graba en nuestra memoria. En todos estos cuadros hay una cuestión relativa al orden que atañe a ambos. Ninguna de la dos chicas, ni la perseguida por el fantasma ni la amada por Nastagio, tiene nombre. Al final todo esto es una especie de defensa del matrimonio, eso estructuraba el orden social. El matrimonio significa aquí la civilización, representa la civilización. Y los dos debían acatar este final ordenado y sistemático, precisamente porque se trata de eso, porque se trata de un orden social general, es por lo que la última escena no se la dedica solamente a su amada sino a toda la corte. Quiere que todo el mundo lo vea, porque es una cuestión social, no solamente de ellos dos. También hay una cuestión en el cuadro que es, sin duda, relativa a la violencia, ¿no? Relacionada con la sexualidad femenina. Hay una simbología muy clara de que el chico no consigue a la amada y en la figura de ese doble suyo culmina sus deseos finalmente porque el caballero la penetra de alguna manera. Con la espada pero la penetra. Le saca el corazón y se lo da de comer a los perros. Finalmente son escenas de enorme carga erótica en la que el placer es un placer sádico. Hablando de psicoanálisis, que es un tema que a mí me gusta mucho, la figura de Nastagio está doblada obviamente por la figura del caballero fantasmagórico, que sale del infierno para mostrarle lo que en realidad debe hacer. De manera que esa ensoñación que parece salida del infierno es obvio que en realidad sale del inconsciente de Nastagio, no es más que la representación de lo que él no se atreve a hacer. ¿Qué sucede con estas imágenes tan abundantes en la historia del arte sobre los innumerables raptos, torturas, vejaciones y violaciones de mujeres? Dicho en términos de la crítica feminista postestructuralista que empezó en los 70 - los 80 del siglo pasado, no podemos pensar que hay mujeres e imágenes de mujeres y que ambas cosas están nítidamente separadas porque el lenguaje no funciona así. No podemos pensar en un cuerpo o una identidad que sea previa o inmune a los discursos, los discursos forman nuestra identidad, la forjan, y las imágenes que nos rodean son muy poderosas a la hora de forjar la identidad. Si la mujer siempre ha sido representada como objeto no es verosímil que no le afecte. De manera que mi propia lectura a contracorriente, cuando decidí coger a esta figurita de la mujer mordida por los perros; fue más bien utilizarla como símbolo de esa innumerable cantidad de representaciones de mujeres subyugadas en la historia de la pintura occidental. Estas imágenes son las que hice en el año 92, cuando era pequeña. Son tres servilletas pequeñas, como de 40x40cm. pintadas a lápiz, que representaban cuartos burgueses, así como súper mullidos y confortables hipotéticamente. Y aparece la doncella de Botticelli mordida por los perros en ellos que irrumpen en la escena. ¿De qué iba para mí esto? Por un lado, tiene mucho que ver con lo siniestro en un sentido freudiano ¿no? De nuevo voy al psicoanálisis. Lo siniestro para Freud es ese momento en el que algo que aparentemente es familiar, confortable, agradable, de apariencias tranquilas, está al borde de ser el horror y lo fantasmagórico. De eso van los cuadros, de poner en manifiesto que este reino burgués aparentemente confortable no es sino una especie de horrorosa cárcel violenta también y por eso aparece la doncella de Botticelli. Y muchísimos años después hice un vídeo que no me di cuenta de hasta qué punto estaba tomando como referencia el cuadro de Botticelli, en absoluto. El día de la inauguración, no me acuerdo quién me lo dijo, luego me lo dijo más gente: “mira como la doncella de Botticelli, una chica perseguida por el bosque”, y yo que había utilizado el cuadro de Botticelli, y que me encanta, dije “uy”, entonces es una doncella que corre por el bosque también desnuda, huyendo también de un peligro, solo que en este caso el peligro no sale, es un peligro imaginario. La idea del vídeo era muy sencilla, eran dos pantallas pero yo las he resumido en una, una pantalla con una cámara fija, que la sigue así como en un plano objetivo, luego otra cámara seguía a la chica de cerca filmando sus ojos, en el mismo rodaje. La chica huye, mira a los lados, está desesperadamente asustada, huye de algo, y cuando convulsiona como una pose que recuerda a las convulsiones histéricas, los ojos le arden desde dentro. Entonces entiendes que de lo que está huyendo es de algo que tiene dentro, que no está entendiendo de lo que huye, que no hay ningún perseguidor más que su propio interior, su propia “psique”. Además, el bosque está realizado en 3D, es un bosque hecho con tecnología digital, no son árboles de verdad, la chica sí es real, y esos árboles están agujereados, y sale luz de dentro, una luz que la persigue también, que rememora las escenas de cine tan típicas de persecución con linternas por el bosque, que son un clásico, ¿no? de los “thrillers”. Ella no sabe lo que le pasa. Al contrario que Nastagio que es un listillo, ella es ese “yo” desgarrado entre sus instintos y las demandas que se establecen sobre ella con las que obviamente no está confortable ni a gusto. Ella está en un momento muy previo, en el que se cree que algo le persigue. Hay una tensión y una violencia también en la escena pero no sabe qué es lo que le está sucediendo. Tiene que ver con la doncella desnuda, no solo formalmente, que sin duda, aunque yo no me dí cuenta. Tiene que ver obviamente. Si no que tiene que ver en un sentido narrativo también, porque son ese tipo de demandas sobre ella con las que no puede lidiar, algo que está fallando en su inserción en el sistema. Gracias, muchas gracias.

Nastagio degli Onesti I

Nastagio degli Onesti, primer episodio. Museo del Prado.

El primer episodio de la serie de Nastagio degli Onesti es una obra que mide 83 cm de alto y 138 cm de ancho. Se conserva en el Museo del Prado.

Nastagio aparece representado tres veces en el mismo cuadro. A lo lejos, conversa con sus compañeros en un campamento. Ya en primer término a la izquierda, pasea cabizbajo por el rechazo de su novia, y en el centro, lucha contra los perros que atacan a una mujer desnuda. A la derecha, aparece el jinete que la persigue. La violencia de la escena en primer plano contrasta con el sereno paisaje del fondo, que pretende evocar la ciudad de Rávena. Esta forma de narrar diferentes episodios en una misma escena tiene muchos antecedentes en la pintura medieval.

Dentro de una calidad artística buena, la pintura muestra desigualdades; quizá fue pintada en parte por ayudantes, aunque las dos figuras de Nastagio en primer plano muestran más finura en los ropajes y facciones, y pudieron ser pintadas por Botticelli.

Nastagio degli Onesti II

Nastagio degli Onesti, segundo episodio. Museo del Prado.

El segundo episodio de Nastagio degli Onesti tiene exactamente las mismas medidas que el primer panel. Se conserva, al igual del primer y el tercer cuadro, en el museo del Prado.

El cuadro muestra, a la izquierda, al joven Nastagio, que retrocede horrorizado por la aparición en el centro. La mujer ha resultado muerta y el caballero le hace un tajo en la espalda para sacarle el corazón y arrojarlo a los perros, lo que sucede en el extremo de la derecha. Al fondo se comprueba cómo el episodio fantasmal se repite con una nueva persecución. Esta escena en la lejanía está centrada y enmarcada por los troncos de los árboles. De esta manera quedan castigados la mujer, por burlarse del amor del caballero, y este último, que se suicidó por amor.

Según algunos críticos, el refinado uso de los colores en este cuadro evidencia que lo pintó Botticelli, pero otros creen que las figuras crispadas de Nastagio y la mujer son de otro autor, acaso Filippino Lippi. El caballo blanco es considerado acaso lo mejor del cuadro y se atribuye a Botticelli con bastante seguridad. Destaca asimismo el delicado paisaje del fondo.

Nastagio degli Onesti III

Nastagio degli Onesti, tercer episodio. Museo del Prado.

El tercer episodio de Nastagio degli Onesti, de iguales medidas que los dos anteriores, se conserva en el mismo museo.

Aquí se representa un banquete que tiene lugar en medio de un pinar. Nastagio lo ha organizado para que tanto su amada como la familia de ésta vean los fantasmas de la joven desnuda y su asesino. Así, se ve en el centro a la mujer atacada por los perros, con el jinete a la derecha. Nastagio, ligeramente a la izquierda, explica el sentido de la escena que están viendo los comensales. En el lateral derecho se ve a Nastagio hablando después con la criada de su amada, que le cuenta que la joven ha accedido a sus deseos. Se ven los escudos de los Bini y los Pucci y también, en el centro, el de los Médicis. Botticelli representa con gran detalle las mesas y los objetos del banquete, así como los diferentes rasgos de los invitados.

Dentro de las dudas en cuanto a la autoría, algún experto afirma que la figura desnuda es de altísima calidad, y que fue pintada personalmente por Botticelli. También algunos de los comensales, como la novia vestida de blanco, están caracterizados con facciones individualizadas y destacan sobre el resto de las figuras, de rostros convencionales, por lo que pudieron ser pintados por el maestro.

Nastagio degli Onesti IV

Nastagio degli Onesti, cuarto episodio. Palacio Pucci de Florencia.

El cuarto y último episodio de Nastagio degli Onesti es una obra de dimensiones diferentes a las otras tres de la serie, siendo ligeramente más grande: mide 84 cm de alto y 142 cm de ancho.

Forma parte de la colección privada del Palacio Pucci en Florencia y es la única escena que permanece en su sede original, si bien gracias a una recompra reciente, en una subasta celebrada en 1960. En su momento fue vendida en el extranjero como las demás.

Se distingue también de los otros porque, a diferencia de ellos, se presenta como una sola escena: el banquete de bodas de Nastagio y su novia. Hay dos filas de mesas colocadas bajo unos soportales, con un arco de triunfo al fondo.

Aquí pueden verse también los escudos de los Pucci y los Bini.

De las cuatro pinturas, es considerada la de menor calidad y casi ningún experto defiende que Botticelli la pintase, ni siquiera parcialmente.

Referencias

  • «Botticelli», en Los grandes genios del arte, n.º 29, Eileen Romano (dir.), Unidad Editorial, S.A., 2005, ISBN 84-89780-97-8.
  • L. Cirlot (dir.), Museo del Prado II, Col. «Museos del Mundo», Tomo 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9, págs. 132–133.

Enlaces externos

Esta página se editó por última vez el 23 ene 2024 a las 12:09.
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