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De Wikipedia, la enciclopedia libre

Humanae vitae
De la vida humana
Carta encíclica del papa Pablo VI
Sacerdotalis Caelibatus
Redemptor Hominis
(de Juan Pablo II)
Fecha 25 de julio de 1968
Argumento Sobre el control de la natalidad
Encíclica número 7 de 7 del pontífice
Fuente(s) en latín, en español

Humanae Vitae (latín: De la vida humana) es la última y séptima encíclica escrita por el papa Pablo VI, publicada el 25 de julio de 1968. Esta encíclica, publicada con el subtítulo Sobre la regulación de la natalidad, define la doctrina de la Iglesia católica sobre el aborto, los métodos anticonceptivos y otras medidas que se relacionan con la vida sexual humana. Debido al hecho de que la encíclica declara ilícito todo tipo de control artificial de la natalidad,[1]​ su publicación resultó muy controvertida.

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  • La encíclica Humanae Vitae (parte 1)
  • Humanae Vitae Homily Why Contraception is wrong Fr Daniel McCaffrey
  • Spiritual Fertility vs Spiritual Barrenness: Humanae Vitae
  • La encíclica Humanae Vitae (parte 2)
  • Humanae Vitae

Transcription

Estructura

  • Nuevos aspectos del problema y competencia del magisterio
    • La transmisión de la vida
    • Nuevo enfoque del problema
    • Competencia del Magisterio
    • Estudios especiales
    • La respuesta del Magisterio
  • Principios doctrinales
    • Una visión global del hombre
    • El amor conyugal
    • Sus características
    • La paternidad responsable
    • Respetar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial
    • Inseparables los dos aspectos: unión y procreación
    • Fidelidad al plan de Dios
    • Vías ilícitas para la regulación de los nacimientos
    • Licitud de los medios terapéuticos
    • Licitud del recurso a los periodos infecundos
    • Graves consecuencias de los métodos de regulación artificial de la natalidad
    • La Iglesia, garantía de los auténticos valores humanos
  • Directivas pastorales
    • La Iglesia, Madre y Maestra
    • Posibilidad de observar la ley divina
    • Dominio de sí mismo
    • Crear un ambiente favorable a la castidad
    • Llamamiento a las autoridades públicas
    • A los hombres de ciencia
    • A los esposos cristianos
    • Apostolado entre los hogares
    • A los médicos y al personal sanitario
    • A los sacerdotes
    • A los obispos
    • Llamamiento final

Resumen

La encíclica fue publicada el 25 de julio de 1968 por el papa Pablo VI.

Esta encíclica subraya que el matrimonio cristiano es válido solo bajo los fundamentos de la unión, el amor, la fidelidad y la fecundidad. Por ello, el acto conyugal no puede separar los dos principios que lo rigen: el unitivo y el procreativo. De esta forma, la Iglesia católica se opone a todo tipo de anticoncepción, sea cual sea su naturaleza. Aun así, cuando existen serios motivos, la encíclica propone como lícito el uso de los métodos naturales para espaciar temporalmente los nacimientos, limitando las relaciones conyugales a los períodos naturales de infertilidad de la esposa.

Además indica que "la interrupción directa de un proceso reproductivo que ya haya iniciado" va en contra de las leyes morales cristianas. El aborto, aun cuando sea para fines médicos, hay que excluirlo de forma absoluta al igual que la esterilización quirúrgica, aun cuando se trate de una medida temporal. De igual forma cualquier acción terapéutica que tenga como propósito prevenir la procreación es ilícita, incluyendo métodos químicos y aquellos que crean barreras físicas para evitar el embarazo. Sin embargo, la encíclica no condena los métodos que causan infertilidad como un efecto secundario, siempre y cuando la esterilización no sea lo que realmente se está buscando.

La encíclica reconoce las enseñanzas que intenta diseminar quizá no serán aceptadas por todos, pero considera que la Iglesia católica no puede declarar ciertos actos como morales cuando en realidad no lo son. Luego, indica diversas consecuencias que podrían darse del uso de medios no naturales para el control de la natalidad: se abriría el camino para la infidelidad conyugal y la degradación de la moralidad, se perdería el respeto por la mujer que podría llegar a ser considerada como un mero objeto de placer, y se "permitiría" a algunos estados la posibilidad de intervenir en temas íntimos de la pareja. Algunos de los argumentos de la encíclica para estar en contra de los anticonceptivos, que según ella estarían en contra de la ley natural,[2]​ serían el excesivo poder que los métodos de control de natalidad supuestamente otorgan a las autoridades públicas, convirtiéndose en una herramienta de las que aquellas podrían «abusar»,[3]​ o bien una supuesta pérdida del respeto del hombre a la mujer derivada del uso de anticonceptivos, postura criticada por Cohen por no considerar en ningún momento el deseo sexual femenino.[3]

En tres puntos de la Humanae vitae trata Pablo VI el problema demográfico. Reconoce que entre los cambios sociales está el rápido crecimiento demográfico y para algunos, el peligro de ver alterada la relación entre éste y los recursos naturales. Vuelve a repetir, como en la encíclica Populorum Progressio, la advertencia sobre la tentación de imponer medidas radicales de control de nacimientos por parte de las autoridades públicas.

La solución será el resultado de "una cuidadosa política familiar y de una sabia educación de los pueblos, que respete la ley moral y la libertad de los ciudadanos", así como del desarrollo económico y progreso social, como había escrito en la Populorum Progressio.

La función social de las familias está llamada a manifestarse también en la forma de intervención política, es decir, las familias deben ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado no sólo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y los deberes de la familia. En este sentido las familias deben crecer en la conciencia de ser protagonistas de la llamada política familiar, y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad; de otro modo las familias serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia.

Además, no se necesitan profundos estudios sobre temas demográficos para darnos cuenta de que el mundo actual se encamina hacia su propia destrucción. Sin necesidad de utilizar armas el hombre está generando su propio triste final. Unos pocos lo programan y la mayoría parece caminar hacia su sacrificio sin oponer resistencia.

En la tercera parte, titulada "Directivas pastorales" el papa se dirige a diversos grupos para solicitar su apoyo. Pide a las autoridades públicas que se opongan a las leyes que deterioren las leyes naturales de moralidad pide que los científicos estudien mejores métodos de control natal natural, y hace un llamado a que los doctores, enfermeras, y sacerdotes para que promuevan los "métodos naturales" sobre los artificiales.

Papel de Juan Pablo II

La última sección de Humanae Vitae contó con una fuerte influencia del obispo de Cracovia, Karol Wojtyła, futuro papa Juan Pablo II. El obispo Wojtyła defendió la posición tradicional de la iglesia desde un punto de vista filosófico en su libro Amor y responsabilidad, publicado en 1960.[4]

Según se detalla en la biografía de Juan Pablo II escrita por George Weigel, Wojtyła había sido nombrado como uno de los integrantes de la comisión de Pablo VI. Sin embargo el obispo tuvo problemas ya que las autoridades comunistas de Polonia no permitieron que el obispo viajara a Roma para poder reunirse con el resto de la comisión.[5]

Tras ser elegido papa en 1978, Juan Pablo II impartió una serie de catequesis durante las audiencias generales de los miércoles en el Vaticano que trataban sobre la teología del cuerpo. En dichas catequesis, Juan Pablo II detalló más a fondo las ideas que aparecieron en Humanae Vitae y en Amor y responsabilidad.[6]

Juan Pablo II dijo que "el individualismo [...] desemboca en la negación de la idea misma de naturaleza humana". "En una cultura que sostiene que no puede existir ninguna verdad universalmente válida, nada es absoluto. Así pues, al fin y al cabo -dicen- la bondad objetiva y el mal ya no importan. El bien se convierte en lo que agrada o es útil en un momento particular, y el mal es lo que contradice nuestros deseos subjetivos. Cada persona puede construir un sistema privado de valores"

El gran riesgo para la democracia es el relativismo ético. La idea de un consenso social que desconozca la verdad objetiva no es suficiente como base para un orden social honrado y justo.

"El totalitarismo nace de una negación de la verdad en sentido objetivo. Si no existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre los hombres"

Regulación de la natalidad

Aborto

La primera Conferencia  Internacional de Población celebrada bajo los auspicios de las Naciones Unidas, reunió en Roma, en septiembre de 1954, a científicos y expertos de 80 países. En Belgrado, septiembre de 1965, se hizo la segunda a la que fueron, además, representantes de los gobiernos. Fue la primera vez que se planteó el uso de los anticonceptivos como "remedio" para modificar las curvas de crecimiento de demográfico. El movimiento antinatalista se caracterizó desde sus comienzos por la facilidad de adaptar su lenguaje a la medida de sus necesidades, para captar voluntades y vencer resistencias. En sus mensajes las palabras se convierten en madrigueras. Los expertos en terrorismo demográfico, son expertos en terrorismo verbal.

Con la publicación de la Humanae vitae, se intensificaron las distintas ofensivas de la larga batalla anticonceptiva

Se trata de un ataque organizado de manera científica y sistemática, programado por los falsos profetas y los falsos maestros, que han logrado el mayor éxito posible, como dijo Juan Pablo II, en 1993, en Denver, y lo repitió en el Evangelium vitae.

"Cuando se dispone de la vida del no nacido, legalizando el aborto, se está en camino de disponer de la vida de los ancianos y enfermos, de los minusválidos y de todos aquellos que sean una "carga social", destruyendo las posibilidades de convivencia entre los hombres". - dirá Juan Pablo II- llega a perjudicar las autenticas exigencias de paz y de comunión entre los hombres". Despreciar la vida humana en cualquiera de sus etapas, es despreciarla en su totalidad y una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto.

Respetar toda vida humana desde su concepción hasta su muerte natural es uno de los fundamentos del orden social. El 29 de octubre de 1951, Pío XII recordaba que "no hay ningún hombre, ninguna autoridad humana, ninguna ciencia, ninguna 'indicación' medica, eugenésica, social, económica, moral que pueda exhibir o dar un título jurídico válido para una disposición deliberada directa sobre una vida humana inocente; es decir, una disposición que mire a su destrucción, bien sea como fin, bien sea como medio para otro fin que acaso de por si no sea en modo alguno ilícito. Por eso cuando esta práctica comenzó, la Iglesia declaró formalmente que era contraria al derecho natural y divino positivo, y por tanto, ilícito, matar, aunque fuera por orden de la autoridad pública, a aquellos que, aunque inocentes, a consecuencias de taras físicas o psíquicas, no son útiles a la nación. La vida de un inocente es intangible y cualquier atentado o agresión directa contra ella es la violación de una de las leyes fundamentales, sin las que no es posible una segura convivencia humana".

Recepción de la encíclica

Su aparición suscitó un fuerte rechazo,[7]​ provocando que sus ideas fuesen rechazadas abiertamente por muchos grupos de católicos y especialmente los teólogos de liberación.[8]​ De hecho, dos días después un grupo de teólogos, liderado por el sacerdote Charles Curran que trabajaba en la Universidad Católica de América, publicaron una declaración, firmada por cien teólogos sobre todo moralistas y profesores de diversas universidades católicas norteamericanas, que decía que la conciencia individual de cada católico debía de prevalecer en un dilema tan personal. Según Joseph Komonchak, en 1978, solo el 29% del clero bajo estaba de acuerdo con esta amoralidad de los métodos anticonceptivos artificiales.[9]

Dos meses después, un grupo de obispos canadienses publicaron la Declaración de Winnipeg (originalmente Winnipeg Statement), declaración que afirmó que aquellos católicos que no siguieran la encíclica (es decir, que emplearan anticonceptivos) obraban bien[10]​ siempre y cuando hubieran intentado previamente aceptar las directivas de la encíclica. Prácticamente rechazaban la doctrina de la encíclica de Pablo VI, reinterpretándola bajo la óptica del subjetivismo moral, incompatible con la fe católica y la ley natural. Sin embargo, en 2008 un numeroso grupo de católicos canadienses pidió a sus obispos que se retractasen[11]​ de dicha declaración. Por su parte, el papa Juan Pablo II respondió al argumento presentado por los obispos canadienses en las encíclicas tituladas Evangelium Vitae y Veritatis Splendor. En dichos documentos el papa reafirmó la Humanae vitae y aclaró que el uso de anticonceptivos artificiales no es una práctica aceptada por la Iglesia católica bajo ninguna circunstancia. Como dijo Juan Pablo II, en 1993, en Denver, y lo repitió en el Evangelium vitae, Se trata de un ataque organizado de manera científica y sistemática, programado por los falsos profetas y los falsos maestros, que han logrado el mayor éxito posible. La misma encíclica detalla el uso y la validez de la conciencia para determinar decisiones morales, incluyendo el uso de anticonceptivos.

Se ha querido reafirmar, además, el carácter interior de las exigencias éticas que derivan de esa misma ley y que no se imponen a la voluntad como una obligación, sino en virtud del reconocimiento previo de la razón humana y, concretamente, de la conciencia personal.

En 1968, el cardenal Bernard Jan Alfrink, Primado de Holanda, y el cardenal Leo Joseph Suenens, Primado de Bélgica, encabezaron la rebelión contra la encíclica. Acusaron a Pablo VI de tener una idea exagerada de la autoridad papal. La actitud de Alfrink y Suenens fue seguida entusiásticamente por importantes teólogos, como Karl Rahner y Hans Küng, por citar los más famosos.

La rebelión no sólo fue contra la Humanae vitae, sino también contra otros aspectos centrales de la doctrina católica, aunque este documento ocupó y ocupa, aún hoy, un papel central en el disenso.

Además, esta encíclica ha sido criticada por las organizaciones, como la IPPF, PP y la Asociación Portorriqueña Pro bienestar de la Familia y BenFam, que sostienen los métodos abortivos y anticonceptivos como herramientas para el control de la población y la lucha contra el sida.

En el año 1969, se reunió en Dacca, la Conferencia Internacional de la IPPF. Allí el Dr. Bernald Berelson, presentó las acciones que deberían realizar los gobiernos para reducir a la mitad las poblaciones del Tercer Mundo. Entre algunas de estas acciones se encontraban:

• impuesto sustancial al matrimonio.

• impuesto a la familia numerosa.

• reducir o eliminar asistencia medica, becas, viviendas, préstamos y subsidios familiares financiados por el Estado a familias con más de N hijos

.el aborto obligatorio para embarazos "ilegítimos" (posteriormente se cambia el término por no deseados).

• liberalización del aborto.

• alentar la homosexualidad.

La Conferencia de Dacca fue la primera conferencia internacional de la IPPF en la que se propuso el aborto como$ medio de control de natalidad.

El Dr Wetzel dijo "Se debe inculcar por todos los medios de la propaganda, que un gran número de hijos no representa sino una carga pesada. Hay que insistir en los gastos que ocasionan los hijos, en las buenas cosas que podrían tenerse con el dinero que se gasta en ellos. Se podría así mismo aludir a los peligros que para la salud de la mujer representan los partos. Al mismo tiempo, se debe establecer una propaganda amplia y poderosa a favor de los productos anticonceptivos. Se debe crear una industria apropiada con este objeto. La ley no castigará ni la difusión, ni la venta de los productos anticonceptivos, ni tampoco el aborto. Habrá que facilitar la creación de instituciones especiales para el aborto, entrenar al respecto a parteras o enfermeras. La población acudirá con más frecuencia a los servicios de abortos si éstos se hacen con cuidado. Los médicos deben participar sin que eso atenta contra su honor. La propaganda debe recomendar igualmente la esterilización voluntaria"


Por otro lado, esta encíclica ha tenido apoyos de teólogos cristianos como Janet E. Smith,[12]Scott Hahn[13]​ y Mary Shivanandan,[14]​ además del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá.[15]​ Según el escritor católico José Noriega, parte del Camino Neocatecumenal «ha acogido sin reservas» la encíclica.[16]

En 1969, un año después de su aparición, el filósofo estadounidense Carl Cohen criticó Humanae vitae por supuestamente impedir esta un control de la natalidad adecuado, creando la correspondiente superpoblación «miseria» en la sociedad de los países subdesarrollados que siguieran estos preceptos.[1]

Notas

  1. a b Cohen, 1969, p. 251.
  2. Cohen, 1969, pp. 251-253.
  3. a b Cohen, 1969, p. 261.
  4. Karol Wojtyła (2011). Amor y responsabilidad (3ª edición). Palabra. ISBN 9788498401882. 
  5. George Weigel (2000). Biografía de Juan Pablo II: testigo de esperanza. Plaza & Janés Editores. ISBN 978-84-01-37652-8. 
  6. Juan Pablo II (1996). Varón y mujer: Teología del cuerpo. Ediciones Palabra. ISBN 9788482390611. 
  7. Komonchack, 1978, pp. 221-222.
  8. https://www.youtube.com/watch?v=teTgCApKhxo
  9. Komonchack, 1978, p. 221.
  10. Canadian Conference of Catholic Bishops (Sep. 27, 1968). Canadian Bishops' Statement on the Encyclical "Humanae Vitae" (para. 17). Public statement.
  11. católicos piden a los obispos que se retracten de la Declaración de Winnipeg
  12. Janet E. Smith (1991). Humanae Vitae, a Generation Later. CUA Press. ISBN 9780813207407. 
  13. Scott Hahn, Regis J. Flaherty, ed. (2007). Catholic for a Reason IV: Scripture and the Mystery of Marriage and Family Life. Emmaus Road Publishing. ISBN 9781931018449. 
  14. Mary Shivanandan (1999). Crossing the Threshold of Love: A New Vision of Marriage in the Light of John Paul II's Anthropology. CUA Press. ISBN 9780813209418. 
  15. José Luis Illanes Maestre, ed. (2012). Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer. Rialp. pp. 387 y ss. ISBN 9788432142031. 
  16. Noriega, 2009, p. 30. «’accoglienza senza riserve della enciclica profetica di Paolo VI Humanae vitae da parte delle famiglie del cammino è stata una autentica testimonianza per l’intera Chiesa».

Bibliografía

Bibliografía
  • El gran desafío, La Cultura de la Vida contra la Cultura de la Muerte, Prólogo del Cardenal Alfonso López Trujillo, Editorial Serviam, 1995.
Bibliografía adicional

Véase también

Enlaces externos

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